lunes, 8 de febrero de 2016

Cuando éramos ángeles #Reseña



Cuando éramos ángeles
Beatriz Rodríguez
Editorial: Seix Barral
Páginas: 249

Las redes sociales me llevaron a comprar esta pequeña obra de arte y no me refiero a pequeña por su valor, si no por su tamaño, apenas 249 páginas en las que conocemos a todos los personajes y revivimos todas sus historias, desde que eran ángeles.
Cuando éramos ángeles, nos cuenta la historia de Fuentegrande, un pueblo pequeño con sus tradiciones, con sus habitantes y con sus casas encaladas en las cuales los secretos se guardan bajo llave. En este escenario una familia que realiza una excursión se encuentra con algo que perturbará a todos los vecinos, el cadáver de Fran Borrego. Durante las páginas Beatriz Rodríguez nos trenza perfectamente la historia de Clara, encargada del periódico del pueblo, que no duda en preguntar a diestro y siniestro a todos en busca de respuestas sobre el asesinato de su vecino, mientas lucha con el dolor de la reciente muerte de su marido. Por otro lado nos cuenta con todos los detalles las aventuras que vivieron los jóvenes del pueblo cuando se conocieron años atrás, entre ellos, está Fran, Eugenia, María, Rosario, Alfonso o Roque. 

Con el paso de los capítulos los conocemos a todos a la perfección y sobretodo los vemos crecer y pasar de su inocencia a las complicaciones que la sexualidad y la juventud les puede acarrear. La autora no se anda con tonterías, evita las descripciones inútiles y se centra en una narración precisa, que te obliga a permanecer pegada a las páginas gracias a su fluidez y con una facilidad para los diálogos que ya me gustaría mi tener. Además va dejando pistas sutiles que hacen que queramos saber más. Por otro lado, y a pesar de evitar las descripciones, es cierto que nos mete de lleno en el ambiente del pueblo, que en este caso es Fuentegrande, pero que puede ser cualquiera de los pueblos cerrados que aún hoy existen en nuestra geografía, con sus costumbres machistas y sus estatus sociales y la peligrosidad de las lenguas afiladas que cuentan secretos.

Debo decir que he sentido especial predilección por Clara y Chabela por su amistad sincera y sus conversaciones. De Clara admiro su entereza a pesar de los acontecimientos anteriores a la historia, la muerte de su marido y de Chabela su valentía a la hora de guardar su secreto, que finalmente acaba siendo un secreto a voces.
Sin duda lo que más me atrae de la novela, es que a pesar de la investigación y la intuición final de Clara, el lector es el único que finalmente conoce todas, o casi todas, las respuestas (Beatriz Rodríguez, necesitaría una aclaración...), y otra cosa que me ha encantado es que al contrario de todas las novelas que he leído hasta ahora sobre un asesinato, esta ha sido la única en la que me ha costado mucho averiguar quién era el asesino hasta último momento.

Como única pega, por ponerle una, es la afición de todos los personajes al alcohol, puede ser cierto que en los pueblos se beba un poco más de la cuenta, pero lo de Fuentegrande es un poco exagerado para mi gusto. Por lo demás, la recomiendo mucho, es una novela ligera, pero que se queda muy cerca de nosotros durante bastante tiempo.

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